Recientemente me han sorprendido dos noticias que nos tendrían que hacer recapacitar sobre el alcance de lo que se ha de considerar maltrato y sobre las consecuencias que conlleva ese concepto comprensivo de todo tipo de violencia, física, verbal, psicológica e incluso parapsicológica que puedan sufrir las mujeres en el contexto de las relaciones de pareja, sin pararse a pensar, bastaría más, en los hechos que han desencadenado en un resultado, que, algunos lejos de estar dispuestos a evitar, pretenden limitarse a incluir en el balance de réditos de su exclusivo y excluyente postmachismo hembrista subvencionado.