Una llamada de atención a la sangrante realidad que están viviendo tantos hombres durante y después de su divorcio. Hombres dedicados a su familia que, de pronto, se encuentran en una situación de alarmante necesidad, tanto en el aspecto económico como el emocional. Económicamente porque deben abandonar la única vivienda que tienen y entregar la mayor parte de su salario a su ex mujer e hijos. Emocionalmente porque ven cómo sus hijos son utilizados por su propia madre en contra del padre, causándoles daños morales importantes.
Tal y como funcionan los juzgados hoy en día, de poco le sirve al marido contratar un buen abogado para llevar adelante el divorcio. De antemano el propio abogado le advierte que se olvide de la casa (aun siendo privativa de él), de la custodia y de gran parte de su salario. Frustrante pero cierto. Es prácticamente imposible que obtenga la custodia y prácticamente imposible también que logre la custodia compartida, puesto que es necesario el acuerdo de la madre y esto a ella no le interesa porque la pensión alimenticia va en proporción. La obligación de abandonar la vivienda se convierte en uno de los más sangrantes problemas, puesto que todos conocemos los precios de la vivienda hoy en día y con el restillo de salario que le queda es prácticamente imposible acceder a una vivienda digna, que no es sólo para él sino que debe llevar a los niños cuando le corresponda, que por otra parte no es tan a menudo como él quisiera. Como agravante, deberá el padre continuar pagando la hipoteca de la casa en la que se quedan los niños, la exmujer y el nuevo compañero de ésta. Sangrante pero cierto.
Añadir que esto ocurre en el mejor de los casos, ya que es a veces la esposa, hábilmente asesorada, interpone falsa denuncia de maltrato psicológico (difícilmente demostrable, pero socialmente muy eficaz) y le clava la puntilla al ya derrotado marido.
Apelamos al derecho a la igualdad, al sentido de la Justicia de los jueces y a la interpretación de los preceptos según el mensaje normativo que pretende el legislador, primando siempre la no discriminación y la tutela judicial efectiva. Quid iuris?